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domingo, 25 de marzo de 2012

Lo oscuro, lo rojo y lo claro...

     Cuando una persona quiere emprender un tratamiento de psicoterapia, por los motivos que tenga, siempre subyace un miedo a perder (o ya perdió) la fuerza del entusiasmo, la alegría por encarar su vida, relaciones, quehaceres.
      La muerte de un ser querido, por ejemplo, nos sume en una profunda impotencia y rabia, la persona siente un grito interior que dice "Por qué ?!!!  y esto se repite, hasta que alguien o algo le recuerda que él/ella, todavía está vivo y de alguna manera debe continuar.
      Pero la muerte puede no ser física, situaciones, trabajo, etapas, separaciones no deseadas, sueños que demostraron ser imposibles y obligan a ir empleando esa energía vital de otra manera.

      Cuando hay odio , nos enseñaron que era "mala palabra",
     (lo malo, es dañar o dañarnos por no saber qué hacer con él)  impotencia, intolerancia, o demás emociones opuestas al "amor",  muchas veces no es reconocido, el deseo de vivir, se va opacando. Si esto persiste, sobreviene la depresión o alguna otra forma de irse quebrando.
      La fuerza vital se usa en "amargarse el día a día" o en "intentar huir del dolor", y no en comprender al "yo".


                                                                        


     Nos enseñaron que el "odio era desear el mal del otro", etc, etc.
     Sin embargo es esa fuerza emocional opuesta al amor, y por lo tanto lo impide. Impide el amor a lo que sea...Podemos quitarle hierro y llamarlo "rabia" "ira" es lo mismo...
     Y alguien preguntará porqué escribo sobre el odio?
      Porque es difícil que la persona reconozca que existe tal emoción dentro de si. Y sin embargo, junto con el miedo, está en el orígen ,no reconocido, del dolor psíquico, o el estancamiento espiritual.
      No significa que con ese odio la persona quiera dañar a otro , o desee su mal.
     También nos enseñaron , y cualquier mujer puede dar cátedra sobre esto, el valor del "sacrificio" del "aguante". Total, que se nos enseñó a no reconocer la rabia, a mandarla a la trastienda, y "adaptarse con espíritu de sacrificio".

      Si,  la capacidad de sacrificio es importante , cuando la persona tiene claro qué quiere y cómo va a enfocar su atención y su voluntad, por lo tanto esa conciencia le muestra qué es mejor sacrificar temporalmente. Pero si obedece al deseo de un otro con el que no comulga, y que muchas veces va en desmedro de necesidades profundas, y vitales, eso se llama "esclavitud" , aunque la persona no lo advierta, y sea esclava , puede serlo de su propio miedo a perder algo, de alguna forma, aún insatisfactoria de afecto, de una  "sensación" de seguridad.

      La traición al yo profundo, va pasando factura , y así muchas personas llegan a la consulta con verdadero temor a si mismas, temor de estallar, de volverse loco/a, de enfermar aún más, de no desear estar vivo/a. Y durante tiempo han intentado ignorar esos sentimientos negativos. Los han "tapado" con más trabajo, alcohol, o sexo que creen "vivificante" pero es vivido compulsivamente, o relaciones trampolines,  o destructivas, como una drogas "que la vida ofrece". Y el yo sigue dando señales rojas de alarma, la angustia, la ansiedad. Círculo que acentúa el "miedo a perder" y la compulsividad.

     De un filósofo, Empédocles, recuerdo esta frase " El amor une y el odio separa, pero individualiza".

     Y es una verdad ,con la que nos encontramos todos los psicólogos o quienes acompañamos a otro en su proceso de tomar conciencia de si. En las sesiones, donde la palabra ,tiene su lugar ,sin ser enjuiciada ,ni temida, las personas reconocen en general una pequeña lista de 2 o 3 personas por las que sintieron rabia, odio, o de las que de alguna manera fueron víctimas. Y en general aseguran que no son experiencias del presente, pertenecen al pasado.
     Luego, más situaciones odiosas van siendo recordadas ,con otros, y entonces a la persona puede parecerle que esto es contraproducente. Muchas veces, eso es temido por los allegados. Se intenta hacerle desistir..."el psicólogo te pone en contra...", "estás peor..", "estás perdiendo el tiempo..." etc,etc.

       Lo que sucede es que al facilitarse ver en su interior, la persona encuentra todos esos nudos ,  al reconocerlos, también se reconoce, reconoce porqué y cuando sintió rabia, cuándo y en qué se sintió atropellada/o , no respetado. Y al reconocerlo va surgiendo una discriminación muy sutil del propio yo, de forma conciente. Y con ello recupera la fuerza que estaba bloqueada, y experimenta en principio, un fuerte alivio .

 Ese es el sentido del ejercicio indicado en la entrada anterior , "Alquimia  hoy..."
     El odio,la envidia, los celos destructivos, producen mucho sufrimiento a quien los padece.
     Si desde pequeño/a se ha aprendido a ignorarlos, si no se pudo verbalizar, se teje toda una estructura defensiva en el carácter para evitar ese fuerte dolor interno,  aunque se ignore el porqué.
Si la emoción está más cerca de la conciencia, se mantiene la persona "atada" por el odio , los celos, la necesidad de poder, sobre ese otro/a que constantemente permanece en la mente.Y sigue siendo el miedo quien esclaviza.

    Otras veces vemos que desde un odio ,envidia o celos, mal llevados se produjo daño a otro, y esto se instala como sentimiento de la culpa originando todo un círculo de actitudes que son de autocastigo. Cuánta violencia terminó haciendo sentir  miserable a la persona que la ejerció? , creyéndose en derecho. Cuánto abuso aguantado estuvo fundado en algún sentimiento de culpa no advertido?

    Cuando la persona va encontrando sus propias palabras, reconoce y advierte en si misma toda esta gama de emociones que en general se nos enseñó a ocultar y enmascarar , (esto lo siente la persona y el/la que escucha sin juzgar) se va comprendiendo y junto con esto, va comprendiendo también que él ,tanto como el otro tenía derecho a sentir esa emoción, ve el miedo del otro detrás de la manipulación sufrida, por ejemplo, por una madre, un padre. Y la dureza y frialdad del odio se va transformando en aceptación de esta realidad, la sangre vuelve a fluir , vuelve a aparecer fuerza para crear otras situaciones.


                              

      Cuando el propio proceso se profundiza, la mirada también abarca al yo del otro.
      Recién allí puede haber lugar para una tolerancia verdadera, reconociendo desde ese fondo personal, que cada uno va haciendo un proceso, que tiene un "tiempo interno", y que esto es diferente para cada uno.
Que las condiciones de vida son diferentes,  la persona descubre también  qué llevó al otro/a a actuar de esa manera.

        Esta aceptación de la realidad,  no implica someterse , ninguna esclavitud,  es distinto...por haberse entendido puede también ponerse en lugar del otro, más tiene la fuerza para elegir qué hacer con su verdad .
      Un niño expuesto al maltrato de un adulto, físico o moral, y más si es padre o madre, muchas veces hasta se culpa, con tal de preservar la "imagen" de seguridad que esas personas deben darle..y esto muchos adultos aún no lo comprenden...porque no lo saben. En general,  también tuvieron que enterrar daños recibidos, y compulsivamente pretendieron resarcirse de la sensación de ser "inaceptables" a través de aquello que la cultura considere valioso. Esto en si, tiene su lado positivo.
   Otros, si lo saben, y sacan partido de forma ruín de ese sentimiento de culpa y/o temor del niño/a o del otro/a.

       Hoy en día no hay "paro" ni "rabia" ni "dolor" que justifique no saber estas cosas, seguir reproduciendo esto . La sociedad viene formando psicólogos desde hace más de 50 años, para curarse a si misma.  Hay tratamientos gratis en hospitales, hay psiquiatras, psicoanalistas, sanadores, y muchos métodos  que pueden facilitar y acompañar la toma de conciencia, de modo que cada persona pueda y sepa contener sus emociones dañinas.

                                                                                
                              

     El mal es una fuerza, y necesita ser reconocida, no resistida. Cuando se la niega , sale por otro lado...
     Ninguna paz interior o exterior es posible si no se iluminan las zonas en guerra, tanto internas como con los otros. Si no se tiene el coraje de aprender a pedir perdón ante el propio error, o si no hay otro , para acompañarnos en el proceso de llegar ,nosotros mismos a perdonar de verdad, aún si el que causó el daño, ya no está.
     Es un viaje personal e interior y esto es lo que libera de la esclavitud al miedo.
     Pero nunca puede ser un viaje obligado o emprendido desde la automentira, para "complacer" a otro, para "retenerlo", para aparentar algo. A la naturaleza, no podemos engañarla...es ella la que nos sorprende, y muchas veces para bien.

                                                   

  

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