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jueves, 8 de octubre de 2015

Luz y miedo en el cuerpo...


Muchas veces el niño queda solo en su necesidad de amor, al no poder ser nutrido por una madre o padre insatisfechos... Imagino unos brazos tiesos que lo sostienen mientras la mirada está ausente de los ojos del niño que la buscan... o un maestro , pensando en otra cosa y que no pueda advertir la dedicación que el niño puso en su tarea....y lo rechaza.
Si hay algo que caracteriza al niño es esa libertad para experimentar la vida como juego, y desear dar ese resultado de sus experiencias con el entusiasmo despertado al descubrir.
Ante los rechazos ,ese "reino interior" se va contrayendo, por el temor, la vergüenza y la amenaza de exclusión.
Sin embargo ,ese núcleo está en un constante flujo y reflujo,mientras la vida anima esa existencia.



         
           En consulta nos encontramos con esos "reinos" acorazados, bajo capas de músculos endurecidos para protegerlo , poco a poco ese núcleo va desapareciendo del contacto con la conciencia, al no poder ser compartido, muchas veces ni consigo mismo.
           Está amurallado tras la defensa, la energía empleada en endurecerse, para que nada le haga daño.
           Y distintos síntomas se van creando con la vida...el miedo a que la espalda se lesione, a profundizar la respiración y que aparezca oscuridad y mareo...pero siempre son miedos referidos a un posible futuro.
          Futuro que refleja por correspondencia los temores del pasado. Cuando algún ser querido y necesitado le hizo notar que no tenía derecho , que estaba excluido del reino, que no pertenecía...
          Y cada paso para adentrarse en esas zonas de dolor, cuando se da sin pánico, permite advertir qué había detrás de esa muralla, y la mayoría de las veces, descubrir lo innecesario en el presente de esa defensa.  Produciéndose un profundo despertar.
         Ya que somos nosotros, quiénes iluminamos esas zonas oscuras, dolientes.
          Nadie de fuera puede hacerlo, pues el "reino" fue y es nuestro. Cuando esto sucede, salimos fortalecidos por el propio valor. Y también, iluminando esos sótanos, encontramos lo que allí escondimos, para que estuviera a salvo , y lo estuvo, pero no creció, al no ser vivido ...es entonces cuando lo rescatado, se conserva y vive para siempre.                                                

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